lunes, 24 de marzo de 2008

El campamento

Sería en el cuarenta, no teníamos nada, mi madre se las ingeniaba para poner un plato en la mesa. Aquel verano los niños que se alistaban a la falange los llevaban a campamentos de verano, al menos uno que estaba en esa edad podría comer durante un mes. Mi hermano Juan había estado enfermo y pensó que le vendría muy bien, él no quería ir, decía, yo soy de la C.N.T. Como Rafael mi hermano mayor, que por cierto estaba en la cárcel Modelo por rojo, mi madre le convenció no sé cómo, porque a sus siete años era muy testarudo. Yo sí quería ir, siempre me han gustado las aventuras, pero no podía ser, porque yo era chica, cuántas cosas contaría que no he podido hacer por ser mujer. Mi hermano salió de casa con sus botas recias, pantalones gruesos y camisa azul con las mangas arremangadas, la boina roja ladeada, ¡que envidia sentí! Estaba jugando con mi hermano pequeño en la glorieta Luca de Tena cuando vi venir de lejos a alguien que se parecía a Juan, pensé, no puede ser, sólo han pasado cinco días, el tenía que estar todo el verano, cuando ya estaba cerca, dije sí es él, pero estaba tan cambiado que no lo parecía, muy moreno, casi negro, un macuto a la espalda enorme y una manta cruzada en el pecho como la llevaban los milicianos de guerra, aún conservo esa manta con las letras J.G. que le bordó mi madre. Se había escapado desde Cercedilla, no nos dijo nunca cómo, cuando le preguntó mi madre que haces aquí solo contestaba, son unos cabrones y yo soy de la C.N.T.

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