lunes, 16 de junio de 2008

Me voy de vacaciones

Este año empezaré las vacaciones antes. Siempre me hace mucha ilusión ir a mi casa de la playa, a pesar del trabajo que hay que hacer para vivir en ella, en un año no se abre y cuando ya está lista hay que venirse. Aquello me sienta muy bien, el mar está tan caliente que no dan ganas de salirse, siempre digo que no me voy a ir hasta la raya azul, que voy siendo muy mayor, pero yo creo que es el agua que me lleva y es un placer no tocar fondo con los pies y nadar y respirar el aire húmedo que dan ganas de cantar, lo hago, primero bajito, pero cuando me doy cuenta veo alguna persona que me mira extrañada y claro, como soy soprano, es que me ha salido algo aguda la canción, aquel trocito de mar menor creo que es muy grande.

domingo, 1 de junio de 2008

Mi cumpleaños (11/5/2008)

Hoy es mi cumpleaños 78, pero lo celebramos anoche. Fue una fiesta muy feliz, todos reunidos en casa de Piluca, era también el cumple de su hijo, mi nieto Román, qué grandes son todos y como se quieren, faltaba el abuelo, pero yo sé que él estaba allí, sé que todos lo llevamos aquí dentro, eso es un privilegio que hay que ganarlo como él lo hizo día a día toda su vida, pocas personas lo consiguen. Yo entiendo ahora eso del cielo y el infierno. El cielo para mi nada tiene que ver con Dios y con las religiones, el espíritu es el recuerdo que dejes aquí mucho tiempo si eres una persona excepcional como él.

viernes, 30 de mayo de 2008

La ceremonia del huevo

Aquella ceremonia del huevo era para recordarla siempre. Era por el año 40, no había comida, no había nada. Mi hermana Rosa vivía lejos de nuestra casa y tenía gallinas, mi hermano Pedro que siempre ha sido muy hábil de vez en cuando le cogía un huevo y se lo guardaba en el bolsillo de los pantalones, hasta que un día se rompió el huevo y claro, mi hermana descubrió el pequeño robo, ella nos quería, pero no se enteraba del hambre que pasábamos y a nosotros no nos gustaba pedirle nada y ella con tanto trabajo se le olvidaba darnos de merendar, pues aquellos huevos eran un acontecimiento. Mi madre decía, el huevo es para papá, que es el que trabaja y está muy cansado, así nos poníamos alrededor de la mesa para acompañarle, él ponía el huevo pasado por agua en una huevera y hacía una torre con pan hecho tiritas, iba mojando el pan y repartiéndolo entre todos nosotros, no me acuerdo bien, pero creo que él no lo probaba.

martes, 27 de mayo de 2008

Cabo de Palos


Es un lugar muy peculiar, termina tan en punta que de parte a parte sólo hay una carretera, hay unos acantilados impresionantes, acabo de estar con Marisa y Canela, cómo me gusta ir con ellas, son tan alegres, nos hemos bañado en la playa de levante, hacía mucho calor, yo quería meterme, me decían: cuidado, que esta muy fría, pero era tan tentador que me metí, qué delicia, nadamos deprisa para entrar en calor, yo no me había fijado pero teníamos espectadores, arriba en las barandillas, nos decían ala valientes, yo no vi ni oí nada, con lo sorda que estoy. Al día siguiente era otra cosa, el levante era fuerte, las olas impresionantes, parecía mentira que un día cambie así el mar, buscábamos donde estar resguardadas del viento, el sol era espléndido, bendito Cabo de Palos pues al otro lado del faro el mar era una balsa y el viento había desaparecido. Esta tierra, no cabe duda, es mágica.

martes, 6 de mayo de 2008

La posguerra

Cuando volví de Barcelona en el 39 tenía nueve años. Madrid era un desastre y mi casa también, recibí un gran impacto, el cambio fue muy brusco, en Barcelona era la niña mimada de mis tíos, que los quise como a mis padres, de mi perrita Pitusa y aquí casi nos la hubiéramos comido del hambre que había. Yo era la sombra de mi hermano Perico, tres años mayor que yo, pero parecía el doble por lo sagaz y lo listo que era, siempre hemos estado muy unidos hasta hoy. Salíamos a buscar cosas que valieran para vender, los casquillos de las balas los pagaban bien y nos íbamos hasta donde estaban las trincheras y rebuscábamos, veníamos cargados con todo lo que podíamos traer, un día encontró un casco de soldado y lo cogió, al volverlo había una calavera dentro, esto nos dio repelús pero habíamos visto tantos bombardeos en Barcelona con casas derrumbadas, estando nosotros en el portal y sacando los muertos a trozos que lo de la calavera no nos dio tanta impresión.

Entre tanta porquería cogimos la sarna y recuerdo a mi hermana Cari lavándonos en la pila pues la casa no tenía baño. Mi hermano Juan que tenía seis años cogió el tifus, el médico dijo que había que llevarlo al hospital de infectados, la madre se negó y se las arregló, no sé como, para aislarle en una casa pequeña, recuerdo debía ser verano pues pasábamos el día en la calle y fue una época muy feliz, sin comida pero contentos y siempre cantando. Ahora pienso en lo que debieron sufrir los padres, con tantos hijos, éramos entonces siete por que Rosa se había casado antes de la guerra, ya contaré otro día cosas de ella.

domingo, 20 de abril de 2008

Esto es para mis hijos

Cuando murió papa me sentí hundida, pensé que ya no tenía nada que hacer aquí y lo tenía muy claro. Solo era sentarme y no comer ni beber, ya había antecedentes en la familia, contaba mi madre que su abuelo lo hizo, después ha habido varios de la familia que dicen hasta aquí. A mí se me pasó esto de la cabeza, pronto pensé en mis hijos y nietos y la faena que les hacía perder a los dos, ahora me doy cuenta que les hago falta y aún sirvo para algo yo entenderé cuando sea el momento y comprenda que ha llegado la hora. Siempre recuerdo una película que vi de las costumbres de los esquimales, me impresionó mucho, la madre cuando pierde los dientes y no puede trabajar con ellos empieza a caminar en la nieve hasta caer, ellos lo hacen como una costumbre, lo ven natural, yo entonces no lo entendí, tampoco lo de la silla, pero el tiempo te hacer ver las cosas de otro modo.

jueves, 17 de abril de 2008

El río Manzanares

Ahora cuando paso por la M-30 y estoy debajo del Manzanares, me vienen recuerdos de cuando era un río, claro, siempre ha sido pequeño pero llevaba el agua limpia y por algunos lados había pozas y nosotros los chicos del barrio nos bañábamos en ellas, en las orillas había unos árboles grandísimos con mucha sombra. Bajamos Delicias abajo y ya en lo que llamábamos el pico del pañuelo, todo campo, con árboles hasta llegar al río, allí nos quitábamos la ropa y solo con las bragas nos bañábamos, ahí aprendí a nadar, era muy peligroso y las madres no se enteraban, yo tenía nueve años y llevaba a mi hermano que era un bebé, lo cuidaba muy bien y cuando yo me bañaba lo cuidaban las otras chicas.

domingo, 13 de abril de 2008

El sueño

Empecé a salir con él hace sesenta años, toda una vida, dicen que la felicidad no la tienen muchos, yo soy muy afortunada, aunque no te das cuenta de ella, solo cuando te falta. Años de privaciones, siempre trabajar, ayudar a todos sin esperar nada, tener salud, ver crecer a mis hijos y formarse, estudiar eso era mi obsesión, lo han hecho, y también mis nietos y me siento orgullosa de todos, eso es la felicidad, aunque no te das cuenta, qué pena que él no pueda verlos. Yo estoy activa todo el día y no paro ni un minuto, así que cuando llega la noche estoy muy cansada y me acuesto temprano, pero os diré un secreto, sueño todas las noches con él, son sueños apacibles, no discutimos, yo le cuento los problemas y él con esa bondad de siempre debe decirme lo que debo hacer, porque lo que de noche veo negro de día lo veo claro, esto es la felicidad aunque no me dé cuenta.

martes, 1 de abril de 2008

Mi coche Mercedes II

Hoy estamos todos reunidos, hemos comido aquí en mi casa. No paro de ver lo guapos que son mis nietos y lo mayores que están, da gusto oírlos hablar, qué chispa deben tener, viendo como ríen todos, digo viéndolos, porque yo no los oigo, se partían de la risa con mis cosas. Me pide mi hijo la hoja en que escribo mi página, digo: no he escrito nada, no estaba inspirada, quería escribir sobre mi coche Mercedes de la clase A, y mi hijo me dice, pero mamá si eso ya lo has escrito, voy a tener que dejar de escribir porque cualquier día repetiré lo que ya he escrito.

miércoles, 26 de marzo de 2008

El inquilino

El inquilino que nos había alquilado la casa ha resultado un indeseable, no se puede ser tan malo, después de forzar las nuevas cerraduras se ha llevado todos los grifos de la casa, los lavabos, el aire acondicionado, la placa vitrocerámica, el horno, ha estropeado las persianas y ha pintarrajeado las paredes, en fin que he tenido que ir a comisaría y dar parte. Esto ha sido para grabarlo, como cada día estoy mas sorda no oía al agente, y le dije que quería denunciar un robo, y creía que debía ser el inquilino, quien sino me podía hacer tanto daño, pero que no quería que constara dicho señor porque le tengo miedo (la mujer le ha abandonado llevándose a los hijos a una casa de acogida por malos tratos).

El policía: ¿así que le tiene miedo?

Sí, porque me ha amenazado,

¿Y que le ha dicho?

Pues mire como soy muy sorda no lo he oído.

Mi coche Mercedes

Mi coche me da muchas satisfacciones, me he acostumbrado a ir a todas partes con él, he probado el transporte público, pero no tengo suerte y el autobús tarda una eternidad, después en el metro me suelo perder y salir por la puerta que no es, ya sé que contamina, por eso suelo parar el motor cuando estoy estacionada. Mi nieta Ana Celia se ha ido a vivir a la calle Fuencarral, los madrileños sabemos lo que es en hora punta, pero yo a pesar de eso me meto en el “mogollón” para vera a mi nieta. Este coche, un Mercedes de la clase A, me ha salido muy malo, me gasto buena parte de mi pensión en arreglos, pero no me planteo la vida sin él. Me siento bien conduciendo, libre, suelo cantar y pensar cuando viajo en mi coche, también trabajo llevando niños al colegio pero lo que gano no me da para tantas averías, me gustaría que esta página la leyeran los de la Mercedes, no harían un coche tan malo.

lunes, 24 de marzo de 2008

Carta para mi hermana Cari, para quien quiera saber de ti.

Ya sé que ya no estás, como me gustaría tenerte todavía, tú has sido mi hermana del alma, casi mi madre, cuando yo nací ya tenías dieciocho años, casi ya eras maestra, lo que has sido siempre, la enseñanza fue lo que más te gustaba y por eso eras una maestra ejemplar muy estudiosa y lista, estabas a la última en conocimientos pedagógicos y muy avanzada para aquella época, eras nada menos que maestra del Instituto Escuela, amiga de Ángeles Gasset y de Gimena, de los hermanos Ontañón, todo te lo he oído contar, a mí me metiste muy pequeña en ese colegio y todavía recuerdo muchas cosas de aquel tiempo, mucho me has enseñado todo cuanto sé. Maldita guerra que nos frustró a las dos. Han pasado tantos años desde que ya no estás, pero las personas como tú no mueren, siempre están aquí. Yo te siento muy cerca.

El campamento

Sería en el cuarenta, no teníamos nada, mi madre se las ingeniaba para poner un plato en la mesa. Aquel verano los niños que se alistaban a la falange los llevaban a campamentos de verano, al menos uno que estaba en esa edad podría comer durante un mes. Mi hermano Juan había estado enfermo y pensó que le vendría muy bien, él no quería ir, decía, yo soy de la C.N.T. Como Rafael mi hermano mayor, que por cierto estaba en la cárcel Modelo por rojo, mi madre le convenció no sé cómo, porque a sus siete años era muy testarudo. Yo sí quería ir, siempre me han gustado las aventuras, pero no podía ser, porque yo era chica, cuántas cosas contaría que no he podido hacer por ser mujer. Mi hermano salió de casa con sus botas recias, pantalones gruesos y camisa azul con las mangas arremangadas, la boina roja ladeada, ¡que envidia sentí! Estaba jugando con mi hermano pequeño en la glorieta Luca de Tena cuando vi venir de lejos a alguien que se parecía a Juan, pensé, no puede ser, sólo han pasado cinco días, el tenía que estar todo el verano, cuando ya estaba cerca, dije sí es él, pero estaba tan cambiado que no lo parecía, muy moreno, casi negro, un macuto a la espalda enorme y una manta cruzada en el pecho como la llevaban los milicianos de guerra, aún conservo esa manta con las letras J.G. que le bordó mi madre. Se había escapado desde Cercedilla, no nos dijo nunca cómo, cuando le preguntó mi madre que haces aquí solo contestaba, son unos cabrones y yo soy de la C.N.T.

jueves, 28 de febrero de 2008

La foto

Esta muy manoseada, pero la tengo en mi habitación, es una foto muy pequeña, están mis padres con mi hermano Juan subido a una silla, en Cibeles, se ve un saco de leña detrás de la silla. Debieron mandarla cuando aún no habían cortado las comunicaciones entre Madrid y Barcelona, creo que he tenido la foto en la mano durante los tres años de guerra, he echado mucho de menos a mi familia. Tenía seis años cuando me mandaron a Barcelona con mis hermanos mayores, creíamos que eran unas vacaciones pero fue muy duro. El gobierno aconsejaba que los niños debían irse para Cataluña o Valencia que allí no había guerra “aún” pero yo recuerdo cuando llegué ver algún muerto en las calles, debían ser los que les daban el “paseo”, pero la guerra llegó, por mar por tierra y por aire y en medio de aquel infierno yo me sentía feliz. Fuimos a parar a casa de mis tíos que no los habíamos visto nunca y nos acogieron con mucho cariño, ellos no habían tenido hijos, tenían una perrita pekinesa, Pitusa. Cómo se puede llegar a querer así a un animal, no he querido tener mas perros de la tristeza que me dio separarme de ella. Los tíos sin experiencia de niños les caímos como una tormenta, los tres éramos muy inquietos y acostumbrados a estar jugando en la calle, así que no podíamos estar sujetos en la casa y nos escapábamos, ya os contaré otro día las aventuras que corrimos por esas calles de Barcelona y sus gentes muy queridas por nosotros. Los tíos las debieron pasar canutas pero se llevaron una gran pena cuando volvimos a Madrid.

martes, 29 de enero de 2008

El cochecito

Mi nieta Ana Celia me dice que escriba de mi vida, a ella le gusta escucharme, ya de pequeña me decía: yaya un cuento no, una historia tuya verdadera, Aunque yo crea que no tiene ningún interés, pero sí son cosas que han pasado de verdad, me deja hablar y cantar las canciones antiguas aunque creo que cada vez lo hago peor. También viejas poesías aprendidas en mi colegio Instituto Escuela.
Hoy le contaba cuando cuidaba a mi hermano pequeño. Había nacido al terminar la guerra civil, yo tenía nueve años, Don Tomás el médico que nos conocía mucho le dijo a mi madre que como no podía darle buenos alimentos (que yo recuerde ni buenos ni malos) no había casi de nada, que como el niño había nacido algo desnutrido, que al menos le diera mucho el sol y el aire, así que me dejaba estar todo el día en la calle. En mi glorieta había muchos árboles y poca contaminación, mi papá no quería que yo lo tuviera en brazos porque era muy pequeña y le construyó un cochecito para bebe todo de madera, yo salía tan ufana con mi cochecito, pero de tanto rodarlo las ruedas se desgastaron por la parte mas débil de la madera de modo que se pusieron cilíndricas, bueno eran como huevos y al rodar daban unos saltitos muy graciosos que al niño y a mí nos gustaban mucho, resultaba la mar de original.

domingo, 20 de enero de 2008

El primer coche

Mi hermano Juan se acordará, fueron los dos (mi marido y él) a traer el coche, un cochecito precioso negro, le llamaban el “Topolino” era muy pequeño y lo vimos en un garaje en la plaza del Marqués de Salamanca, nos enamoramos de tal forma que empezamos a pensar si podría ser nuestro. Teníamos entonces una Vespa a la que Angel había acoplado un sidecar y para que los niños no tuvieran frío le puso una cabina que acopló de una avioneta, vaya ingeniero que era, hacía cosas increíbles, ahora pienso que el dueño del coche no era ingeniero, pero sí más listo y debió salir ganando. Yo no hacía mas que salir al balcón para ver venir el coche “nuevo” que debía tener más años que Matusalén, cuando lo metieron bajamos todos mis hermanos, cuñadas y sobrinos y claro mis niños y yo, todo un acontecimiento. Todos querían probar a conducirlo y al ir a salir no encontraban la marcha atrás y les decían: os han timado, no tiene marcha atrás. Probaban uno y otro y nada, hasta que Rafael que tenía más experiencia la encontró, nos libramos de un buen susto.

martes, 15 de enero de 2008

El Chacho

Esto de escribir le viene a mis hijos de herencia, pues contaba mi madre que su tío al que llamaban “El Chacho” escribía inspirado por un espíritu. Era una historia apasionante de las que enganchan y no se pueden dejar y sueñas con ellas. El Chacho escribía alrededor de una mesa de tres patas y con varias personas alrededor creyentes, espiritistas, cosa que a mí siempre me ha dado miedo y cerraba los ojos y dictaba para que copiaran los demás lo que le transmitía el marino. Esta historia, no la del marino, nos sobrecoge mucho a mi hija Marisa y a mí, ella también escribe y parece que El Chacho está muchas veces en su pensamiento y nunca lo conoció y yo tampoco, ni en fotografía.

Cuando escribo la página

Cuando escribo la página siempre tengo miedo de no poder hacerlo como quisiera, pero pienso que mis hijos y nietos podrán leer y saber cosas de mi vida que con el tiempo se olvidan. La verdad es que no ha sido tan importante como para escribirla, pero es nuestra vida, la de Angel y Pilar que se quisieron mucho y como resultado han tenido tres hijos fabulosos como diría yo, él diría que ellos le habían hecho ser feliz y cumplir todas las ilusiones que había puesto en ellos, qué pena que no pueda ver a sus nietos tan grandes, que son el reflejo de sus padres.

lunes, 7 de enero de 2008

El tope del tranvía

En la glorieta de Luca de Tena terminaba el tranvía, un poco más abajo la estación de Delicias, donde íbamos a jugar a las vías del tren y al lado de la estación La Ferro un campo de deportes donde vimos muchos partidos y veladas de boxeo. Esto último no me ha gustado tanto pero nos colábamos sin pagar con una habilidad increíble, también entrábamos en el cine de verano, saltando la valla de madera y justo donde daba la vuelta a la glorieta, el tranvía aflojaba la marcha y de un salto nos sentábamos en el tope, el revisor cuando nos veía nos tiraba arena de un cajoncito que llevaba colgando en la parte de atrás, creo que servía para frenar en algunos casos. De esta forma cambiando de tranvía viajábamos hasta la tienda de mi hermana Rosa en la calle López de Hoyos unas distancias grandísimas, otras veces íbamos en bicicleta y algunas me ha llevado mi hermano Pedro en la barra. Pensábamos merendar a lo grande pero mi hermana como tenía tanto trabajo se olvidaba de darnos de merendar y nosotros nos conformábamos con unas algarrobas que vendía para los caballos porque la tienda era de piensos y nos sabían a gloria, están muy dulces pero algo duras, en aquel tiempo el hambre se combatía con cualquier cosa y el estómago no nos dolía, estábamos siempre bien de salud, claro de vez en cuando nos ponía mi madre en fila y nos teníamos que beber un vaso de agua de Carabaña, esto quien lo haya probado, es tela marinera.

Las alcantarillas de la calle Áncora

Mi hija Marisa me anima a escribir sobre las pelotas de las alcantarillas en aquel tiempo. Desde el cuarenta hasta el cuarenta y cinco los niños disfrutábamos de pocas pelotas pero las pocas que había se colaban por las alcantarillas, así que la pandilla nos metíamos por una que había en la calle Áncora (ahora Palos de Moguer) y casi a tientas, con alguna linterna o con antorchas hacíamos el recorrido hasta La China, o sea el Arroyo Abroñigal y con suerte encontrábamos alguna y a veces hasta grandes, era una fiesta el hallazgo, pero del viaje esta aventura con las ratas paralelas a nosotros, es lo que más nos gustaba. Había algunas niñas que les daba miedo y no venían, a mi que tenía mas miedo que nadie no se me ocurría desistir, era fantástico, la vuelta era ya por arriba y nos parecía que nos habíamos alejado más de lo permitido, pero nadie se “chivaba”. Otras veces hacíamos nuestras propias pelotas con calcetines viejos, yo llegue a ser buena jugadora de fútbol en la acera de mi casa.