miércoles, 12 de diciembre de 2007

Nuestra casa de Usera

Cuando la mandó construir el padre ó el maestro como le llamaban mis hermanos aquello era todo campo, un sembrado enfrente inmenso, que desde el balcón, cuando había viento, parecía las olas del mar. Quería vivir casi en el campo junto con todos sus hijos, el edificio de tres plantas y abajo el taller, cada uno teníamos nuestra propia casa y todos teníamos la llave siempre por fuera lo cual resultaba que éramos una comunidad muy unida, aunque en el piso de los padres era donde siempre estábamos. Llegamos a reunir entre todos veintitrés niños, más los de mi hermana Rosa que tenía nueve, y los de Cari que no vivía allí pero como si viviera porque siempre estaba con nosotros, así que los niños no necesitaban mas amigos, nos conocían por el “clan” Tortosa. Una época muy feliz y muy peculiar, nos reuníamos para cantar y cualquier cosa era motivo de fiesta. Eso poco a poco se fue perdiendo con la falta de mis padres y también por nuestro afán de vivir con más amplitud y en casa independientes. Yo lo tengo muy arraigado esa forma de vivir y por eso ahora que vivo sola me vienen esos recuerdos.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Nuestra primera moto

Ya he comentado lo de la fiebre de la moto y cuando terminamos de pagar la reparación del golpe que dimos a la que habíamos alquilado, pensamos que igual que pagamos la reparación podíamos comprar una nueva y con esa idea pudimos comprar nuestra primera moto: una Lube preciosa de 125 cc. Eso fue una de las mayores ilusiones de nuestra vida. Con ella llegamos hasta donde queríamos, incluido el puerto de Los Leones, y que sensación de libertad puedes sentir. En ella aprendí a conducir una moto. Años después la cambiamos por una Vespa y otra vez como la anterior firmamos un montón de letras que guardábamos en una caja de zapatos. Cuando nació Piluca la llevábamos entre los dos bien agarradita, pero comprendimos que era peligroso y entonces Ángel añadió un sidecar y la niña iba en el fondo bien abrigada, que pena que no tenga ninguna foto con la cabina de una avioneta que fabricó su padre para protegerla del frío y el viento. Hasta Cartagena fuimos, lo que no me acuerdo es de cuantas horas tardamos, de lo que sí me acuerdo es que Angel tenía las piernas como un cowboy.

La fiebre de la moto

Nosotros lo llamábamos la fiebre de la moto, estábamos enganchados, como dicen ahora, a esa idea y por mas que le dábamos vueltas no nos salían las cuentas. Yo que he sido siempre muy optimista no lo veía tan negro, Ángel se negaba ni siquiera a la idea de tener una. Fue un día que alquilamos una entre mi hermano Juan y Anita, ahora su mujer, ¡que bien lo pasábamos! nos turnábamos para montar, estuvimos en la Casa de Campo, montábamos las dos chicas con uno o con otro y sentimos, por lo menos yo, un aire de libertad, bueno yo no lo sé explicar, eso hay que sentirlo cuando se monta, y mucho más cuando la conduces tu. Cuando pasaron muchos años después que tuve mi propia moto, pienso que debe ser así como montar a caballo que yo no lo he probado nunca y estoy arrepentida. Aquel día no terminó muy bien porque nos caímos cuando ya teníamos que devolver la moto, tropezó la pata de cabra con el raíl del tranvía cerca de la puerta de Toledo, fue un buen susto. Anita tenía las piernas desolladas, yo eché a correr a buscar a Angel, yo corría mucho y no sé como le pude encontrar saliendo de la casa de campo, entonces él se fijo que yo tenía las piernas ensangrentadas, no es nada le dije, vamos enseguida que hay que devolver la moto claro la moto no andaba, la llevaron andando hasta Manuel Becerra y tuvimos que pagar muchos meses la reparación. Esto no restó nuestro deseo de tener moto propia pero eso ya lo contaré otro día.

martes, 6 de noviembre de 2007

La palangana del rastro

Fue una mañana de las pocas que nos quedamos en Madrid, yo siempre preparaba la comida para ir al campo, pero aquel domingo nos quedamos. A él le gustaba mucho Madrid, el campo lo aceptaba porque no sabía decir que no y me debía querer mucho aunque yo no lo notara, no me dijo nunca que me quería, siempre le preguntaba y se echaba a reír, algunas veces me he preguntado si el cariño se podía medir y pensaba que el mío era mucho más grande, pero cada día que pasa pienso mas en él y recuerdo tantas buenas cosas a su lado, su bondad, esa tranquilidad y paciencia, sus razonamientos. He tenido buena suerte de poder vivir una gran vida con un hombre como él. Le gustaba mucho ir al rastro y siempre encontraba cosas a buen precio, aquel día yo me fijé en una palangana con su jarra, pero era muy cara y seguimos. De pronto aparco diciendo que me quedara en segunda fila que venía enseguida, yo distraída con la cantidad de gente que pasa en el rastro. De pronto le vi venir de lejos y traía en sus brazos la palangana y la jarra, y esto podéis creerlo yo lo había soñado hacía mucho tiempo tal como venía hacia mí. ¿Se puede en sueños ver cosas que nos ocurren mucho después?

martes, 30 de octubre de 2007

Octubre 2007

Recuerdo un viaje que hicimos a Cartagena debía ser por los años 40. Habíamos recibido una carta que decía que la abuela se estaba muriendo, mi madre preparó el viaje rápido y salimos aquella misma noche, el papá no podía acompañarla así que nos fuimos mis hermanos pequeños y yo que tendría unos diez años, después de pasar mucha hambre y lejos de mi familia, pero esto ya lo iré contando, estaba muy espabilada. Aquellos trenes eran muy lentos pero nosotros quietecitos arrimados a mi madre. Cuando nos venció el sueño entró el revisor y nos pidió los billetes y el permiso de mi padre para viajar. Ese papel no lo llevaba, “pues se tienen que bajar en la próxima estación” nos dijo y la guardia civil se haría cargo de vosotros, mi madre se echó a llorar diciendo que iba a ver a su madre por última vez, pero nada, llorábamos todos, cuando llegó la guardia civil me acordé de la carta que demostraba que la abuela estaba gravísima y nos dejaron seguir viaje. Yo creo que en aquellos tiempos les gustaba hacer sufrir a la gente y a las mujeres principalmente.
Ha cambiado mucho la vida pero queda mucho por andar hasta la igualdad con los hombres.

Verano del 2007

Ya tengo 77 años, me siguen gustando las aventuras, una de las últimas el viaje que realicé este verano con las amigas de mi hermana Cari, que ahora son mis amigas, las llamamos Las Palomo por su apellido, son algo mayores, una 92 y 89 la pequeña, son extraordinarias como era mi hermana, yo me siento feliz estando con ellas, les gusta leer y están en la actualidad política y cultural, me parece tener a mi querida hermana todavía. Bueno a lo que voy, pensé irme con mi coche hasta la playa, que yo lo he hecho otras veces menos mal que mi hija Marisa no quiso que yo condujera tantos kilómetros y nos acompañó. Saliendo de Madrid se rompió el cambio y se quedó bloqueado en medio de la carretera, no había manera de señalizar la avería, a esto pasaban los camiones silbando y pitando, la policía fue lo primero que avisó después la grúa, pero aquello se hacía eterno. Bajamos del coche, no sé cómo y tuvimos que saltar la mediana para nuestra seguridad, esto era para filmarlo, Las Palomo había que hacerlo cogiéndolas de los brazos la mayor una (jabata) la pequeña. Nos costó llegó la grúa (tráfico no apareció) y recuerdo la cara que puso cuando vio tres viejas detrás de la mediana, pensaría son marcianas, que bien se portó.

viernes, 6 de julio de 2007

El fútbol y la tele

Éramos ocho hermanos, pero habíamos sido nueve. Yo era de las pequeñas, así que mis hermanos me llevaban muchos años. Cuando fui al colegio Instituto Escuela, mi hermana mayor ya era maestra allí. Yo jugaba siempre con mis hermanos, y como quería hacerlo bien, me esforzaba mucho para que no me dieran de lado. Así que el fútbol no tenía secretos para mí. Me ponían de portera, pero a mí me gustaba meter goles, y fueron muchos los que acerté. Eso me ha servido ahora, pues me sigue gustando, y como vivo sola, me pongo todos los partidos que hay en la tele, y eso es con lo que más disfruto.

Algunas amigas hablan de programas, y de gente desconocida para mí; me dicen que no estoy en la onda. Yo creo que me entero de lo que me interesa; los periódicos me los dejo para la noche, que es cuando estoy más tranquila. Casi siempre voy un poco atrasada, cuando ya ha pasado todo, y no me explico los conflictos que tienen los palestinos, afganos y demás.

jueves, 5 de julio de 2007

Y dale Perico al torno

Yo no sé si esto que escribo servirá para algo. Cuando lo hago, siento vergüenza. Me parece que está mal escrito, pero pienso que estas notas, que son todas verídicas, servirán quizá para que mis hijos y mi nieta Ana Celia tengan una referencia de aquellos tiempos, y escriban una cosa mejor, porque ellos sí que escriben un rato bien.

En cuanto al título, "Como si Juan y Manuela", pues eso, que no me hacen caso. Es parecido a "como el que oye llover y no se moja". El primero es un dicho que siempre oía decir a mis padres, que eran cartageneros, y a nosotros nos han quedado algunos de esos dichos. Como cuando estás repitiendo algo que uno no quiere oír, y dice "Y dale Perico al torno". Este último me hace mucha gracia, cuando me lo decía mi marido, que era madrileño cien por cien, y yo, que he sido muy pesada, -no sé cómo pudo aguantarme-, y dale, y dale Perico al torno.

El cuadro de la Virgen de la Caridad

Siempre me han sobrecogido los telegramas. Creo que me viene desde muy pequeña, cuando estando en la mesa, recibimos uno que nos hablaba de la muerte de nuestra hermana María. Ella se había empeñado en quedarse en Cartagena, con los abuelos. Habíamos regresado todos unos días antes; ya sabíamos que estaba muy delicada del corazón, pero como siempre estaba tan alegre, cantando y bailando, con una gracia de esas que dicen que tienen duende, mis padres no pensaron que el diagnóstico del doctor Marañón fuera a ocurrir. Les dijo que había que ponerle un corazón nuevo. Ahora habría sido posible.
Mi madre no se sorprendió, porque la noche anterior, justo cuando se estaba muriendo y llamándola, la vió reflejada en el cuadro de la Virgen de la Caridad, y le dijo a mi padre: "Mira, mira, que está ahí la nena", pero él no pudo verla. Dicen que eso es telepatía. Siempre hemos visto ese cuadro con mucho temor, y de hecho, mis hijos no quieren ninguno heredar el cuadro. Yo lo tengo en la cabecera de mi cama, y todas las noches lo miro, a ver si veo algo anormal. Quizá es que yo no tengo nada de duende.

jueves, 14 de junio de 2007

La sábana de Franco

La vuelta de Barcelona, cuanto terminó la guerra civil, fue mucho más triste y penosa que a la ida. Yo no había sabido nada de mis padres y hermanos durante esos tres años, y cuando terminó, no había dinero para el viaje. El gobierno puso unos vagones de tren de mercancías para esos casos, y así volvimos a Madrid.

Recuerdo que había un agujero en el suelo del tren para hacer las necesidades, y ponían una manta sujeta entre dos personas. Aquello olía fatal; además, aquellos vagones habían llevado ganado, y eso aumentaba más el mal olor. Yo soñaba con mi familia y mi casa, pero cuando llegué... bueno, sí, estaban todos vivos, pero no los reconocía. Habían cambiado mucho, supongo que por los sufrimientos. Mi hermano el mayor estaba en la cárcel, por rojo, y mi madre no sabía cómo darnos de comer y llevarle algo a él. La casa tampoco era la misma; habían quemado algunas puertas y muebles para calentarse.

El día que los guardias vinieron diciendo que había que poner colgaduras en los balcones, porque iba a pasar Franco, en mi casa no quedaban colchas ni nada aparente. Mi madre puso una sábana en el balcón; sin darse cuenta de que mi hermano pequeño se había hecho pis: la colgadura tenía un gran círculo y a todos nos dio mucha risa.

viernes, 8 de junio de 2007

Cataluña y Madrid

En nuestra guerra civil yo vivía en Barcelona, no sé si lo he comentado. El gobierno aconsejaba a los niños madrileños que salieran de Madrid, a Valencia o Cataluña. No había llegado la guerra allí, pero yo recuerdo cuando llegué, muy cansada por el viaje tan largo, haber visto gente muerta en alguna esquina, de modo que también había llegado la guerra, y por lo tanto el hambre. Yo solía sentarme en el escalón de entrada de una antigua fábrica de galletas. ¡Qué bien lo pasaba allí! Con aquel calor, o recitando o cantando para alguna vecina, me regalaban alguna rebanada de pan con tomate, una costumbre que aún no he perdido; suelo cenar eso. Y sobre los catalanes, qué voy a decir. Me quisieron mucho, les hacía mucha gracia una niña tan pequeña y tan despierta. Yo sólo tengo buenos recuerdos de esa tierra, y de sus gentes, hasta el punto de que cuando juega el Real Madrid y el Barcelona quiero que gane el mejor (que suele ser el Barcelona).

Nota del copista: Saliendo al paso de algunos rumores, preguntas y comentarios, he decir que mi tarea consiste únicamente en transcribir literalmente lo escrito a mano. Nada más. Y eso es que lo que hago, encantado.

jueves, 24 de mayo de 2007

El huevo de Mari Tere

Ya he hablado del hambre que pasamos en la guerra, y también después. Mi madre repartía el pan en raciones iguales, lo mismo para todos, y nos preguntaba si lo queríamos de una vez, o nos lo repartía para la comida y para la cena. Mi hermano Perico y yo preferíamos comerlo de una vez, porque de verdad no era mucho, de modo que ya en la cena nos poníamos a cantar para no acordarnos del hambre.

En el bajo de la casa vivía una familia que tenían una cacharrería (creo que ese comercio murió), y también tenían pueblo. ¡Cuantas veces le preguntaba a mi madre por qué nosotros no teníamos pueblo! Creo que todavía sigo añorándolo, pues yo obserbava que los tenían pueblo también tenían comida.

En fin, que la mamá de Mari Tere todas las tardes sacaba una mesita pequeña con su sillita, su mantelito y un huevo en una copita para mojar. Mi hermano Perico y yo mirábamos el huevo día tras día, hasta que un día decidimos llevarnos, yo el huevo, y él el pan. Nos supo a gloria, pero la reprimenda de nuestra madre fue tremenda porque había tenido que soportar a la señora diciendo que sus hijos éramos unos ladrones.

jueves, 17 de mayo de 2007

El Instituto Escuela

Si hubiera podido seguir estudiando en el Instituto Escuela, ahora sí escribiría bien. Qué pena de pérdida de aquel colegio tan querido. Después de la guerra, quisieron hacerlo igual, pero para mí que no lo consiguieron. A mis hijos mayores, me informé sobre sus métodos de enseñanza, y me pareció que no merecía la pena el coste (para nosotros entonces estaba fuera de nuestro presupuesto) y tampoco sus métodos. No había clases de idiomas en párvulos, yo me acordaba de mi profesora de francés, y también de la de alemán. Aquellas canciones, que les he cantado y aún canto para mis hijos. Y las poesías que aún recito. Menos mal que mi hermana mayor, 18 años mayor que yo, era la que me llevó al Instituto, pues ella era maestra ya en el mismo, y gracias a ella yo pude aprender todo lo que sé, y a seguir recitando la poesía de La Defensa de Madrid, de Alberti. Qué pena que no pudiera darme más clases.


Esta página del bloc está dedicada a ella. Caridad García Bernal.

Críticas a mi bloc

Mi hija pequeña (37 años) dice que no le gusta nada la página referente a los retretes. A mí me parece lo más natural, pues menudas discusiones tenían mi suegro y su hermano Agustín. Éste vivía en una buhardilla bastante diáfana (quien la pillara ahora) y en el centro, él , que era albañil, comprobó las bajadas del alcantarillado, que estaban en el centro, y allí plantó su retrete, y a mí me hacía mucha gracia aquello, me parecía muy surrealista,. Mi suegro, que se las daba de más culto y profesional, tenía compartido eso con los demás vecinos, en la calle Zurita 21, de Madrid. Una vivienda con habitaciones separadas, tan minúsculas que ahora comprendo por qué mi marido durmió siempre con las piernas encogidas.
Así que eso del loft no se ha inventado ahora.

Madrid, 11 de mayo de 2007

Hoy es mi cumpleaños. 77, no como dice mi hija pequeña, que son 78, como si no lo supiera yo, que nací en el 30. Siempre tengo regalos de mis hijos. Lo mejor son los libros, que no me duran nada, y de los que suelo olvidar el autor y el título. Antes sí podía opinar de éste o aquél autor. Ahora comento que acabo de leer un libro estupendo, y me preguntan. ¿cómo se llama? No sé, no me acuerdo. ¿Y el autor? Tampoco me acuerdo. Creo que estoy perdiendo la memoria. Por cierto, curiosamente, no pierdo la memoria histórica, de esa, como si fuera ayer, así que preparaos para mis batallitas.

Por cierto, hoy también es el cumpleaños de mi hermano Perico, tres años mayor que yo, siempre decimos que somos mellizos. Él es muy diferente a mí, es estupendo, pero me daría mucha vergüenza que leyera mi bloc.

jueves, 3 de mayo de 2007

El baño

En Madrid, cuando yo recuerdo, no había ducha ni baño, y en muchas casas tampoco agua corriente. En la nuestra sí había. El tener un retrete dentro de la casa era signo de más categoría. Nosotros teníamos una taza muy fuerte, ya que mis hermanas lo hacían con los pies encima, postura que a mí me parecía muy incómoda. A veces pienso en aquello, mi madre nos bañaba en una pila grande de mármol, los sábados. Como éramos ocho, se formaban colas en el pasillo, poque aquello era lento; había que calentar en ollas grandes el agua en aquella cocina de hierro, que con el calor del carbón era nuestra calefacción en invierno. No recuerdo haber pasado frío, hambre sí, pero esa es otra historia.

jueves, 26 de abril de 2007

El diente

Ha sido el cumpleaños de mi yerno, y hos hemos reunido casi todos a cenar. Disfruto mucho de tenerlos, y de ver cómo hablan y digo ver, porque yo no los oigo. Ya me he acostumbrado, y me figuro lo que dicen por sus caras, claro que a veces lo confundo y no es lo que me figuro, y como los conozco muy bien, sé que debe ser muy ameno. Se han partido de la risa cuando yo, con cara de asombro, me he metido en la boca un pirulí que llevaban las velitas en la tarta, y lo he sacado creyendo que era un diente...

De pequeña, en el colegio

Era el año cuarenta, yo tenía ya 10 años. Estábamos castigadas las más revoltosas sin recreo en una clase inmensa en mi escuela; alguna niña sugirió hacer espiritismo. Yo no sabía qué era eso, pero ella explicó que reuniéndose alrededor de una mesa de tres patas y concentrándose en una persona muerta querida tuya, la mesa empezaría a moverse y esa persona aparecería y te hablaría. Bueno, nos preparamos y yo pensaba en mi querida hermana María muerta. Mientras buscamos la mesa de tres patas, claro no había ninguna, pero en un rincón había una a la que le faltaba una pata, y allí nos pusimos a invocar con toda nuestra fuerza. No vino nadie, se reanudó la clase y como siempre, Pilar a la la última fila. De pronto, escuché una voz un tanto extraña que me llamaba Piliii, Pilii... yo me dije no puede ser, mi hermana... Esperé hasta el tercer Piliii... y salí corriendo despavorida, y claro, todas detrás de mí pensando qué se yo. La maestra me llevó hasta la directora, cuando le dije que mi hermana muerta me llamaba. Claro, me expulsó tres días a mi casa. Cuando volví, no sé si triste de no escuchar a mi hermana o muy asustada, se acercó a mi mi amiga Mercedes Moradro y me dijo : "Pero qué tonta eres, ¿no ves que fui yo la que te llamaba desde el ojo de la cerradura para asustarte?".

Desde entonces, cuando sale este tema en la conversación, procuro quedarme al margen.

jueves, 12 de abril de 2007

La moto del policía

El otro día, circulaba yo por la calle Cea Bermúdez con un tráfico espantoso y a la vez por mi izquierda una moto de esas grandísimas que me llaman la atención por lo bonita y brillante que iba, y no sé por qué se me ocurren esas cosas, pero el caso es que el policía no se podía separar de mi lado. Claro, era por el tráfico, y me miraba y creo que él pensaría, esta señora cómo mira mi moto, con la edad que tiene, pero no lo puedo remediar, pero me gustan mucho las motos, y de pronto me fijo en su pistola tan cerca de mi ventanilla (abierta) y me dirijo a él y le digo, agente, ¿no se ha dado cuenta lo fácil que sería sacarle la pistola de la cartuchera? Y ya me miró con una cara asombrada, pero se echó la mano rápida por si acaso. ¡Qué cosas me pasan a mí!

lunes, 9 de abril de 2007

Yo inventé la televisión...

En cierto modo, claro.

Cuando el gobierno de la república vió que en Madrid iba a haber mucha guerra, nos mandó a Barcelona. Yo me fuí con un convoy de niños entre los que me acuerdo que estaba Jaime de Armiñán y otros niños alumnos del Instituto Escuela también.

Pero cuando llegamos a Barcelona allí también había llegado la guerra y se veían muertos en algunas esquinas. Yo me moría de miedo y por las noches, estaba tan atemorizada que para que se me pasara el miedo soñaba con el cine que era lo que más me gustaba del mundo, además de cantar. Pensaba qué bueno sería tener un cine pero en pequeñito dentro de mi habitación para no pasar tanto miedo y me imaginaba ver películas sin tener que salirme de la cama...

Mi sueño se ha cumplido: ahora me acuesto temprano. Me meto en la cama, me tapo bien hasta el cuello y veo películas en ese cine en pequeñito que luego inventaron y que se llamó televisión.

La abuela moderna

domingo, 1 de abril de 2007

Mi abuela Rosa

Mi nieta mayor siempre quiso ser periodista. Cuando la cuidaba, yo le cantaba y quería contarle cuentos pero ella me decía, no yaya no, cuéntame mejor historias de cuando eras pequeña. Así que yo se las cuento para que ella las escriba que seguro que lo hará mejor:

Una de las que más le gusta es la de mi abuela Rosa, una señora muy singular que vivía durante el día con una hija suya y dormía en la de su hijo que era mi padre. Y eso que éramos un montón en casa, ocho hijos y mis padres. Lo curioso es que siempre caminaba con una silla en la mano que no era para parar y sentarse porque nunca se paraba, era poco sociable y no se entretenía nunca así que descartada esa posibilidad. Era una silla con respaldo ni grande ni pequeña. Si yo la viera la reconocería al momento.

Y más curioso todavía que cuando murió la abuela Rosa desapareció la silla también y no la encontramos aunque estuvimos buscando como locas. Mi tía a mi madre y mi madre a mí tía que dónde está la dichosa silla y que no está y que no está, una vez que pasó el entierro y todo y nada, que no apareció por ninguna parte.

Yo creo firmemente que algún día cuando suba... entre tanta gente como habrá por allí podré reconocer a mi abuela Rosa porque seguro que no ha soltado la silla.

viernes, 30 de marzo de 2007

Acabo de llegar del ensayo del coro que hemos cantado unas canciones preciosas hoy y vengo corre que te corre porque me ha dicho mi hija que tenemos que escribir el bloc.

El otro día mi nieto, que se comió las dos sartenes de patatas y también dos filetes rusos que le hice y un platito de sobras de bonito con tomate que me sale muy bien y luego se comió dos torrijas de postre!!!, me dijo que el libro que estaba encima de mi mesilla que no me pega nada porque no es para las señoras de mi edad. Pues a mí me parece que el chico ese escribe un rato bien y desde luego el tema es de mucha actualidad y muy real y no como Gala, que a mí es que me carga como no te puedes hacer una idea, que es que leo alguna cosa suya y en seguida lo noto por la cursilería. Sin embargo este chico, el bucosqui ese, a mí me parece que es un escritor en condiciones aunque claro, no se priva de hablar de nada... pero de nada de nada... pero de qué va a hablar! si el pobre se habrá criado en esos ambientes!! A mí las drogas no me han gustado nunca pero por ejemplo el otro día que hacía un día de perros y no paraba de llover y de hacer frío, pues había unos chicos en un coche que yo creo que estaban "metidos" porque había mucho humo dentro del coche y le dije a mi hija que, claro, con un día así, pues que hacía un día para drogarse, para drogarse pero a base de bien!!!! todo de broma eh!, que ya os digo que a mi las drogas me parecen un peligro muy grande y que son muy penosas.

jueves, 29 de marzo de 2007

La abuela moderna

Mis nietos y mis hijos, sobre todo mi hijo que sabe mucho de internet dice que tengo que tener un bloc y a mi me parece muy bien porque ahora que me han explicado que un bloc que es como un diario donde la gente cuenta sus cosas yo siempre les cuento muchas cosas pero me han dicho que me van a ayudar entre todos. Yo no se si a la gente le puede interesar lo que yo diga pero dicen mis nietos que sí y que sí y que sí y claro al final pues me han convencido.

Dice mi hijo que me tengo que presentar. Pues soy una señora viuda de setenta y ocho años ya que haré ahora en mayo que es mi cumpleaños pero todo el mundo dice que tengo mucha vida y que hay gente mucho más joven pero que no tienen tanta y que les duele todo y están fatal. Y no se por qué pero la gente me quiere mucho y me dicen siempre que recite porque aprendí de pequeña y ahora ya nadie sabe recitar como nos enseñaban antes.

Mi hija dice que cuente cuando el otro día donde vivo que hay mucha gente de izquierdas, pues uno se puso a cantar el cara al sol y entonces nosotros le respetamos mucho pero después cuando terminó yo me levanté y les recité La Defensa de Madrid de Rafael Alberti que yo no se cómo me acuerdo de ella enterita de cabo a rabo y como la recito con tanta pasión pues les encantó y me sacaron a hombros por la urbanización. Digo yo que como somos todos de izquierdas y no creemos en los santos y todo eso, pues claro, me han tomado como si fuera la virgen de la urba y me pasearon como en procesión. Ya me conocen hasta fuera de la urba y a mi nieto un día en el barrio de al lado le dijeron que si era nieto de la abuela moderna y todo porque hasta hace nada iba a la compra en moto!!!! Pero ahora ya me da miedo porque ya tengo una edad y hace unos años me rompí una rodilla y estuve escayolada y yo no quiero que me tengan que operar otra vez. Depués estuve un tiempo con un patinete eléctrico que me compré y que está muy bien porque no cuesta nada empujarlo y con eso iba subiendo las curvas estupendamente pero ahora sólo me atrevo con el coche y como llevo a mis nietos al colegio, pues allí me han puesto lo de la "abuela moderna".

Me tengo que ir a hacer la cena porque hoy vienen mi hijo y mi nieto que come como una lima y tengo que freir dos sartenes de patatas fritas porque se las come todas así que ya otro día seguimos y os cuento más historias.

La abuela moderna