Aquella ceremonia del huevo era para recordarla siempre. Era por el año 40, no había comida, no había nada. Mi hermana Rosa vivía lejos de nuestra casa y tenía gallinas, mi hermano Pedro que siempre ha sido muy hábil de vez en cuando le cogía un huevo y se lo guardaba en el bolsillo de los pantalones, hasta que un día se rompió el huevo y claro, mi hermana descubrió el pequeño robo, ella nos quería, pero no se enteraba del hambre que pasábamos y a nosotros no nos gustaba pedirle nada y ella con tanto trabajo se le olvidaba darnos de merendar, pues aquellos huevos eran un acontecimiento. Mi madre decía, el huevo es para papá, que es el que trabaja y está muy cansado, así nos poníamos alrededor de la mesa para acompañarle, él ponía el huevo pasado por agua en una huevera y hacía una torre con pan hecho tiritas, iba mojando el pan y repartiéndolo entre todos nosotros, no me acuerdo bien, pero creo que él no lo probaba.
viernes, 30 de mayo de 2008
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