martes, 6 de mayo de 2008

La posguerra

Cuando volví de Barcelona en el 39 tenía nueve años. Madrid era un desastre y mi casa también, recibí un gran impacto, el cambio fue muy brusco, en Barcelona era la niña mimada de mis tíos, que los quise como a mis padres, de mi perrita Pitusa y aquí casi nos la hubiéramos comido del hambre que había. Yo era la sombra de mi hermano Perico, tres años mayor que yo, pero parecía el doble por lo sagaz y lo listo que era, siempre hemos estado muy unidos hasta hoy. Salíamos a buscar cosas que valieran para vender, los casquillos de las balas los pagaban bien y nos íbamos hasta donde estaban las trincheras y rebuscábamos, veníamos cargados con todo lo que podíamos traer, un día encontró un casco de soldado y lo cogió, al volverlo había una calavera dentro, esto nos dio repelús pero habíamos visto tantos bombardeos en Barcelona con casas derrumbadas, estando nosotros en el portal y sacando los muertos a trozos que lo de la calavera no nos dio tanta impresión.

Entre tanta porquería cogimos la sarna y recuerdo a mi hermana Cari lavándonos en la pila pues la casa no tenía baño. Mi hermano Juan que tenía seis años cogió el tifus, el médico dijo que había que llevarlo al hospital de infectados, la madre se negó y se las arregló, no sé como, para aislarle en una casa pequeña, recuerdo debía ser verano pues pasábamos el día en la calle y fue una época muy feliz, sin comida pero contentos y siempre cantando. Ahora pienso en lo que debieron sufrir los padres, con tantos hijos, éramos entonces siete por que Rosa se había casado antes de la guerra, ya contaré otro día cosas de ella.

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