lunes, 7 de enero de 2008

El tope del tranvía

En la glorieta de Luca de Tena terminaba el tranvía, un poco más abajo la estación de Delicias, donde íbamos a jugar a las vías del tren y al lado de la estación La Ferro un campo de deportes donde vimos muchos partidos y veladas de boxeo. Esto último no me ha gustado tanto pero nos colábamos sin pagar con una habilidad increíble, también entrábamos en el cine de verano, saltando la valla de madera y justo donde daba la vuelta a la glorieta, el tranvía aflojaba la marcha y de un salto nos sentábamos en el tope, el revisor cuando nos veía nos tiraba arena de un cajoncito que llevaba colgando en la parte de atrás, creo que servía para frenar en algunos casos. De esta forma cambiando de tranvía viajábamos hasta la tienda de mi hermana Rosa en la calle López de Hoyos unas distancias grandísimas, otras veces íbamos en bicicleta y algunas me ha llevado mi hermano Pedro en la barra. Pensábamos merendar a lo grande pero mi hermana como tenía tanto trabajo se olvidaba de darnos de merendar y nosotros nos conformábamos con unas algarrobas que vendía para los caballos porque la tienda era de piensos y nos sabían a gloria, están muy dulces pero algo duras, en aquel tiempo el hambre se combatía con cualquier cosa y el estómago no nos dolía, estábamos siempre bien de salud, claro de vez en cuando nos ponía mi madre en fila y nos teníamos que beber un vaso de agua de Carabaña, esto quien lo haya probado, es tela marinera.

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